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Los blénidos (Blenniidae) es una familia de peces marinos muy curiosa que se distribuye a lo largo de todos los mares tropicales y subtropicales de todo el mundo.
Es una familia de peces peculiar, donde muchos de sus integrantes se caracterizan por llevar una dieta algívora, siendo de gran ayuda en la tarea del control de algas.
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SALARIAS FASCIATUS
Los blénidos (Blenniidae) es una familia de peces marinos muy curiosa que se distribuye a lo largo de todos los mares tropicales y subtropicales de todo el mundo.
Es una familia de peces peculiar, donde muchos de sus integrantes se caracterizan por llevar una dieta algívora, siendo de gran ayuda en la tarea del control de algas.
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Normalmente la mayoría de blénidos no miden más de 15 cm de longitud, tienen un cuerpo característico sin escamas y alargado, terminado en una cabeza robusta y redondeada, donde llaman la atención sus redondos y atentos ojos con “penachos” en su parte superior a modo de pestañas, y además sus gruesos labios.
Otra de sus características es su aleta dorsal que recorre toda la longitud de su dorso, acabando en una cola pequeña en forma de abanico y unas aletas pectorales bien desarrolladas que le ayudan a apoyarse sobre el fondo, donde normalmente pasan la mayor parte del tiempo, pues al no tener vejiga natatoria son peces con costumbres bentónicas, ligados a la vida en el fondo y en los recovecos de las rocas, sin ser nadadores muy activos.
Dentro de esta curiosa familia, destaca una especie que, sin ser la más colorida y bonita de este grupo de peces, es una de las más queridas y mantenidas en los acuarios marinos, hablamos de Salarias fasciatus.
Este pez es una de las 13 especies que pertenecen al género Salarias, que no debemos confundir con el género Salaria, pues son distintos y aúnan a distintas especies.
Estos peces se pueden encontrar en las aguas de mares tropicales y subtropicales, habitando normalmente zonas costeras poco profundas, entre 1 y 15 metros. Les gusta nadar entre estructuras coralinas rocosas y macroalgas, entre las que se camuflan muy bien y evitan ser descubiertos por posibles depredadores. Para ello se ayudan de su coloración y su patrón críptico, formado por numerosas manchas pálidas en tonos grises y a veces azul iridiscentes, combinadas con rayas más oscuras y bandas transversales pardas, que les permiten mimetizarse sobre el sustrato coralino o las rocas sobre las que descansan.
Al no tener vejiga natatoria, se pasan la mayor parte del día reposando sobre el sustrato o en las rocas apoyadas sobre sus bien desarrolladas aletas pectorales, con una posición erguida y vigilante, pues son peces muy atentos cuyos grandes y potentes ojos pueden detectar el menor signo de amenaza al instante gracias a su amplio ángulo de movimiento.
Normalmente todas las especies del género Salarias tienen características morfológicas similares, y en este caso, al igual que sus compañeros, Salarias fasciatus tiene una cabeza achatada frontalmente y una gran boca con labios prominentes y dientes fijos a modo de sierra. Estos potentes labios les permiten alimentarse de materia vegetal incrustada en las rocas, actuando a modo de ventosa y desincrustando todas las algas de la zona, dejándola limpia. Además, sus dientes les permiten cribar el sustrato en busca de materia particulada, generalmente restos de alimento y detritus adheridos al fondo. No obstante, se ha observado más variedad en la dieta de este pez, conociéndose como platos habituales algunos invertebrados como foraminíferos incrustados a las superficies, pequeños crustáceos que componen la microfauna de las rocas, huevos de otras especies e incluso esponjas, aparte de algas filamentosas y diatomeas, que componen su alimentación base.
En la naturaleza tienen un comportamiento territorial, compitiendo con otros individuos de su misma especie y con otros herbívoros de similar tamaño y similares costumbres, sin embargo, se ha observado que en presencia de herbívoros mayores su táctica es coordinar y variar sus horas de alimentación para evitar coincidir con posibles competidores mayores como peces loro. La convivencia con otros herbívoros, aunque sean de similar tamaño es posible siempre y cuando no supongan una competencia directa sobre su territorio (esto quiere decir, que no sean peces herbívoros bentónicos que se alimenten en el sustrato).
Debido a sus costumbres alimenticias, este pez es muy querido en el acuario marino para controlar de forma natural la aparición de algas, sobre todo algas filamentosas y diatomeas sobre rocas y cristales. Es muy curioso ver a este pez dando mordiscos a toda superficie que encuentre y dejando a su paso un círculo completamente limpio de algas, lo que nos muestra su gran efectividad a la hora de limpiar nuestro acuario.
En la naturaleza los machos pueden llegar a alcanzar los 14 cm, pero en el acuario normalmente rondan una media de 10 cm, los ejemplares adultos. S. fasciatus es un pez muy robusto y resistente que se adaptará de maravilla en cualquier acuario de arrecife con temperaturas de entre 23 a 26 °C y con condiciones estables tanto de salinidad (1023-1025 de densidad) como de KH (8 a 12 dKH) y pH (de 8 a 8.6).
Su incansable apetito y su alto requerimiento vegetal hace que este pez necesite de acuarios bien establecidos, mínimo de 100 litros de volumen con gran cantidad de roca viva para poder proveerle de su principal alimento, las algas. No obstante, debido a que son unos peces muy “glotones” se acostumbran muy rápido a todo tipo de alimento que les queramos suministrar, los cuales se recomienda que tengan aporte vegetal, pero cuidado, pues si los sobrealimentamos dejarán de ramonear en las rocas y dejarán de comerse la materia vegetal del acuario, perdiendo su efectividad como controladores de algas. Además, no resulta difícil detectar si nuestro pez tiene suficiente alimento, pues tienen un abdomen redondeado que cuando está lleno se muestra prominente, abultando a ambos lados del costado, mientras que, si detectamos su abdomen plano, con muy poca forma redondeada, significará que no está obteniendo suficiente comida. Se han reportado casos de ejemplares jóvenes que han llegado a morir de inanición en acuarios pequeños con poca roca ya que no contaban con suficiente materia vegetal para sustentar su alta demanda.
A parte de su excelente trabajo como controlador de algas con el que se ha ganado uno de sus nombres comunes, el de “blenio podadora”, este pez tiene otra gran ventaja y es que, en su incansable búsqueda de alimento agita el sustrato poniendo en suspensión los detritos atrapados en él y facilitando de esta forma su eliminación por parte de la filtración mecánica.
Es un pez muy pacífico y tímido, pero en cuanto a su compatibilidad con otros peces, como se ha mencionado, en naturaleza muestra territorialidad con otras especies que supongan una competencia tanto en tamaño como en hábitos alimenticios y zona de acción. Por esta razón en el acuario es amigable y puede convivir con cualquier pez, salvo con ejemplares de su misma especie o de apariencia y hábitos similares, como peces que sean herbívoros y/o estén asociados a las zonas del fondo y el sustrato, por ejemplo, otros gobios como Cryptocentrus cinctus o peces del género Valenciannea, aunque si el acuario es lo suficientemente grande para que ambos puedan establecer un territorio bien delimitado, no suele haber problemas.
Y con todo esto, ya tendríamos una información interesante y útil sobre uno de los peces más queridos en la acuariofilia marina, a pesar de no contar con los brillantes colores y patrones que estamos acostumbrados a ver y a demandar en los peces marinos de nuestros acuarios. Hay que recordar que un buen acuario marino no se rige por cuánto colorido tenga, sino por cómo de balanceado esté su ecosistema, y sin duda alguna Salarias fasciatus es uno de los peces indispensables para mantener este equilibrio dentro de ese pedacito de océano que es nuestro acuario.